Crónica de la prueba (24-05-10)

Los Diez Mil del Soplao 2010. El “tío del mazo” no coge vacaciones

22-05-2010


Parece mentira. Un día espléndido y en lugar de irse a la playa, el tío del mazo se ha paseado por el recorrido acechando a unos y otros, haciendo lo que más le gusta: repartir pájaras, calambres y malestares de todo tipo. Un viejo y temido conocido de todo deportista de fondo…



Pero todo empieza el viernes 21 por la tarde en Bilbao. Somos ocho los que partimos hacia Cabezón: Ricardo y Ana, Celeste y Pini, Arantza y Carlos y Tere y yo. Un nutrido y entusiasta grupo de apoyo que nos animará al tiempo que pasamos un fin de semana diferente y divertido.


Una vez en Cabezón recogemos los dorsales y chip y dormimos en una casa rural en Ucieda de Arriba a 7 km de la salida y lugar de paso en ambos sentidos de la prueba, hacia y desde el Moral. A las 7,15 a. m. del sábado salimos hacia Cabezón donde aparcar es tarea complicada, pues entre la marcha a pie, el ultrafondo y las BTT somos más de 3.500 participantes. Hemos tomado el pueblo desde primeras horas de la mañana. A las 7,40 ya estamos buscando sitio en la calle de salida. Más de 200 metros nos separan del arco y prácticamente estamos en el centro del pelotón. Los minutos pasan lentamente mientras nos observamos unos a otros. No se respira la tensión de las pruebas de competición; más bien son nervios y ansia por comenzar a rodar. A estas horas apenas hay 10 grados y el fresco nos mantiene en vilo. Ricardo y yo hemos decidido ir de corto, tanto maillot como culotte, pero a estas horas él añade los manguitos y yo un maillot largo. Ricardo opta por la camel donde lleva ropa, agua y algo de comida de marcha; por el contrario prefiero ir ligero y nada más llevo bidón y un chaleco cortavientos (además del móvil) todo en el maillot.




Nos entretenemos observando a los que nos rodean. Todo tipo de marcas y modelos de bicicletas y equipamiento. Gente de todas las edades y forma y condición física. Coincidimos los dos en que hay gente para todo. Un primer vistazo nos hace pensar que más de uno va a terminar muy pronto la aventura, pero sabemos que también la suerte juega un papel fundamental. Un pinchazo por ejemplo nos puede dejar fuera, yo ni siquiera llevo repuesto…



¡ Y por fin la salida! Tan puntual como de costumbre -8,00 a.m.- tras una sonora traca y al compás del Highway to Hell de los AC&DC. Nada más apropiado porque éso es realmente lo que hacemos: marchar hacia el Infierno del Norte, que este año lo ha sido con mayúsculas… Los 10 grados han ido subiendo a medida que el sol ha ido desperezándose hasta alcanzar en las horas centrales ¡ 36 ¡ Los efectos del calor han sido devastadores en casi todos. Los calambres, mareos, vómitos... y retiradas en fin, han sido la tónica constante a lo largo de toda la jornada. Baste decir que sólo se han contabilizado 1.942 ciclistas en la llegada, es decir, ¡¡ más de 1.000 abandonos!!



Tardamos 9 minutos en pasar bajo el arco donde el chip nos toma tiempo. Y pasamos casi a pie de lo apretados que estamos unos junto a otros. Las calles de Cabezón están a rebosar de público que nos arropa y anima haciéndote sentir protagonista. Una sensación tan auténtica como sólo he vivido en los Diez Mil del Soplao. Los primeros kilómetros son muy lentos y tampoco tiene sentido intentar adelantar a un grupo que se antoja tan infinito como la propia Cantabria del slogan. Nos conformamos con rodar calentado poco a poco y vigilando no rozar con los demás. Se escucha con frecuencia “el afilador” al rozar rueda delantera con la trasera del que precede, pero sin más consecuencias que algún frenazo que ralentiza un poco (más si cabe) la marcha durante algunos instantes hasta que se recupera la normalidad. En la rotoda de salida oigo que me llaman y saludo con la mano sin saber a quién. Poco después me alcanza una bici y resulta ser Jose Mari Esteban que viene para apoyo de Joseba León. Unos compases de risas y enseguida se vuelve al pueblo para organizar su tarea.



La primera subida del día hacia monte Coronas ya suponía que iba a resultar complicada por el gentío y el polvo. Efectivamente: el control de la máquina en medio de tanta gente nos mantiene tensos y el polvo de las pistas se levanta en el ambiente y dificulta la visión sobre todo en los tramos contraluz y sol y sombra. Hay alguna caída –he leído que rotura de clavícula- pero Ricardo y yo nos mantenemos juntos y cómodos en medio de todo. Llegamos al primer avituallamiento casi por sorpresa y la cola en los mostradores es peor que en el hiper un sábado a mediodía… Aprovecho para quitarme el maillot largo; ya no es más que una molestia y lo embuto bajo el largo para no forzar ya los bolsillos. En cuanto recogemos lo necesario seguimos rumbo a La Cocina donde esperamos ver al GA (nombre en clave del Grupo de Apoyo…) al que quiero dejar ya el maillot y también la camiseta interior que a estas alturas sé positivamente no voy a necesitar más.



La prueba discurre plácidamente por buena carretera y llegamos sin novedad al comienzo de la subida hacia el Soplao con dos novedades:



1- Han asfaltado 150 m y se sube montado hasta que se organiza montonera

2- El GA no aparece así que sigo con la ropa a cuestas.



En este punto pierdo contacto con Ricardo. El rosario de corredores se estira y busca las cunetas y las zonas más cómodas para caminar empujando la bici hacia arriba. Algunos afortunados conseguimos enganchar los pedales algunos metros más arriba

y subir montados adelantando a mucha gente y circulando más cómodo que a pie entre cantos y matojos. Me encuentro bien, realmente es el primer esfuerzo del día y empiezo a marchar un poco rápido. Ya sé que Ricardo ha quedado atrás. Ahora todo depende de cada uno. Ha llegado la hora de la verdad. Llego al Soplao y como y bebo mientras cargo el bidón y alguna provisión en el bolsillo. Desde aquí se aprecia un enorme incendio hacia el W. A quién se le habrá ocurrido encender fuego con este día?

Aprovecho para llamar a Tere y preguntar dónde están. Parece que han llegado a La Cocina un poco más tarde y ya habíamos pasado. Demasiado tráfico y un desayuno más prolongado de lo previsto les han demorado unos minutos preciosos, así que nos veremos en Ruente.



La bajada a Celis el año pasado se me antojó durísima para las manos, sobre todo el último km de asfalto rallado. Este año sin embargo creo que he acertado con los puños blandos que he puesto; llego sin mucho problema al pueblo y comienza la suave subida a Puentenansa. Poco después afronto Monte Aa y escucho el temor de muchos que han oído de la dureza de sus rampas. No sé si es porque lo recordaba o porque realmente estoy fuerte pero no paro de adelantar gente sin esforzarme demasiado. El calor es ya más que notable y estoy deseando quitarme la interior en cuanto baje a Ruente. Descenso muy rápido pero las ruedas van muy bien a pesar de su escaso dibujo pensado para un rodar y subir más ligero aunque de menor tracción y agarre en los descensos.



Ya en el pueblo, nueva decepción. Por más que miro no veo caras conocidas entre el gentío que abarrota ambos lados de la carretera y a pesar de oir voces de ánimo de y para todos los que vamos en fila, no logro diferenciar las que quiero escuchar. Atravieso el estrecho y representativo puente de piedra y salgo del pueblo como una exhalación sin parar de adelantar gente. Tengo que decir que sí que estaban en Ruente, en la orilla izquierda a la salida del puente y hasta hicieron una fantástica pintada de ánimo en el suelo del mismo. Supusieron que iba a verla porque es lógico que miremos el suelo cuando vamos en bici, o no? (Pues juro que no la he visto más que en las fotos).



Y ahora rumbo a la primera dificultad de verdad: El Moral. Paso por Ucieda (primeras tentaciones de bajar y quedarme en casa, menos mal que no tenía las llaves…) y llegada a Casa del Monte donde avituallo con calma, descansando unos minutos tumbado en la hierba. La temperatura es ya de 33 grados, es más de mediodía y la cosa no ha hecho más que empezar puesto que es el km 66, o sea me restan 100 más. A que desmoraliza?



En cuanto empiezo a subir me saluda Jose Mari que me informa que Joseba había pinchado pero él se lo ha resuelto. Me anima y ofrece agua que no necesito porque acabo de avituallar. El año pasado esta subida de 11 km. no se me dio mal en los comienzos pero sí que el final me pesó un poco. Subo regulando e intentando no fijarme en ninguna rueda por delante y menos en la de los que me rebasen. A pesar de ello subo bien y hay gente que queda por el camino. El efecto del calor se nota y se ve un desfile de abandonos en sentido contrario. También las cunetas en sombra se pueblan de sentados y tumbados, gente estirando y… desfallecida. Sé que es cuestión de tiempo. He mirado los km abajo y he sumado 11 así que llevo referencia. Lo peor es la última parte, desprovista de arbolado por completo, con rampas de cierta dureza y un trazado muy rectilíneo que permite contemplar la cinta de colores y destellos de todos los que me preceden. A nuestra izquierda aparece un abrevadero manantial junto al que una manada de caballos nos observa estupefactos. Nos bajamos varios para refrescarnos la cabeza y la cara. Incluso me permito un sorbo de agua fresca. Es como revivir de nuevo. Por unos minutos la subida se aplana y el cansancio desaparece. Pero el efecto devastador del sol no tarda en hacerse notar de nuevo. Uf! Lo que me queda todavía!. Menos mal que, para amenizar la subida es tradición oir de lejos el enorme cencerro de un paisano. Lo escucho en la lejanía e intuyo que ya falta menos. Al llegar cerca de él nos anima de la siguiente forma:



- Vamos!! Que no tengo todo el día!!

- Que esto no es verano azul

- Que quiero ir a la playa!!



Desde primeras horas hasta casi el anochecer al son del cencerro nos avisa de que nos queda y poco y que lo hemos conseguido. Un gran tipo y un sentido del humor que te saca la más pura de las sonrisas.



En unos minutos más todo termina y llego a la cumbre. Más público, ánimos y aplausos. Y avituallamiento, jeje… Bebo y cargo aquarius fresco en el bidón, echo un botellín de agua al bolsillo y llamo nuevamente al GA. Pregunto por Ricardo y me dicen que están en Ruente esperando su paso.



Acumula más de una hora de retraso conmigo pero aún está en el tiempo de las 12 horas. Sin embargo presiento que el Moral le va a pasar una factura muy elevada, a juzgar de cómo lo he pasado yo sin ir mal… Y no quiero pensar en lo que le viene después.



Comienzo el descenso pero me da la impresión de que el estómago podría resentirse con el frío así que paro y pongo el chaleco. Me tiro pista abajo hacia Juzmeana y en algún tramo de mucha grava la delantera me hace un extraño pero la controlo sin problemas. Es una bajada muy rápida de hasta 50 km/h. y no puedes despistarte un segundo porque el barranco está siempre a uno u otro lado. Algún ciclista me pasa y a alguno también supero pero siempre a mi propio ritmo. Ya no es momento de fijarte en nadie sino de jugar tus propias cartas -mientras las tengas, claro-.



En Juzmeana hay control mecánico pero no necesito nada y aunque no paro reconozco desde un lateral entre los árboles el saludo de Manu que está de apoyo con Petxo, Gonzalo y Xabi. Ellos van muy por delante de mí, aunque como al día siguiente supe, Gonzalo no acabó mientras que Xabi y Petxo marcaron un tiempazo de descubrirse.



Y poco después Bárcena Mayor, encantador y minúsculo pueblo montañés donde, ahora sí, encuentro a mi GA que comerá en el restaurante junto a la carretera por donde circulamos. Me detengo unos minutos junto a ellos y me despojo de la interior y el maillot que llevo en la espalda. Tomo una cocacola y unas galletas y pregunto por Ricar. En Ruente había pasado hora y media después de mí o sea que en estos momentos estará sufriendo en el Moral. Reanudo la marcha y enseguida avituallamiento para afrontar la larguísima ascensión a Cruz de Fuentes (16 kilómetros). El año pasado se me atragantó y tuve que hacer varios tramos a pie. Con esa imagen en mente comienzo suave pero decidido. Los primeros km son suaves e incluso hay falso llano y suaves declives que dejan respirar. Los tramos de sombra y el frescor del agua que corre paralelo a la ruta son un bálsamo engañoso para enfrentarme a los 36 grados que va a marcar el termómetro poco más arriba en la zona pelada. Nos hacemos algunos grupillos de cinco ó seis pero alterna mucho, unos se quedan otros llegan, cogemos a algunos… Sigo regulando con acierto sin fijarme en ninguna otra cosa que no sea el terreno por donde circulo y el espectacular paisaje que me rodea. Sé que me costará algo más de una hora subir y “sólo” tengo que dar pedales y contemplar el paisaje que me rodea. En medio de tanto sufrimiento me planteo que en el fondo, El Soplao no es más que “una excursión” muy larga y que debo disfrutar de la oportunidad de un espléndido paisaje con un día veraniego. El que no se consuela…



En el alto nuevo avituallamiento con brevísima parada y llamada fallida (por falta de cobertura ) para interesarme por Ricardo. No hay tiempo para pensar. Descenso vertiginoso hacia Palombera; esta vez no necesito el chaleco. El calor es sencillamente infernal y apenas corre una gota de aire, de forma que no noto frío. En pocos minutos llego a la zona de asfalto del puerto para coronar los dos últimos kilómetros. En este punto me dio el primer calambre en 2009 y a partir de ahí el Moral hube de subir a pie en varios tramos. Entro en contacto con la subida manejando el cambio y adaptando el ritmo al esfuerzo preciso. En la cuneta hay enormes neveros que atestiguan el frío que ha debido hacer la pasada semana. Apenas 200 metros llevo recorridos cuando se me agarrota la pierna izquierda. Igual que el año pasado! Enseguida echo pie a tierra y continúo andando suave con paso largo y estirando la pierna al máximo. Un par de minutos y vuelvo a montar con mucha precaución. Parece que no me molesta. Adopto un ritmo muy suave que permite que me adelanten algunos pero nadie siente ya vergüenza por dejarse pasar ni orgullo por rebasar a otros. Es una lucha contra uno mismo. Por fortuna ha sido un calambre muy leve y no vuelvo a resentirme. Corono el puerto entre aplausos del público allí reunido – qué público más impagable- y comienzo el cómodo descenso contemplando el valle de Cabuérniga a mis pies. En la curva consabida salimos por la derecha a la pista y paro en la carpa de Maestre donde Ismael y Alberto tienen montado el taller y una estupenda mesa con empanada y refrescos. Me derrumbo en una silla, le pido a Alberto que me engrase la maltrecha transmisión –que no me ha dado ni un problema, la verdad- y como un trozo de empanada regada con agua (aunque a punto estoy de tomar un lingotazo de vino…). Son las 15,50 o sea que tengo poco más de dos horas para llegar a Cabezón y mejorar mi tiempo del año pasado (ya que he llegado hasta aquí merece la pena intentarlo…) Descanso unos minutos y reemprendo la marcha subiendo a Ventavieja, con un terreno muy compacto y sencillo a diferencia del año pasado que era un barrizal recién aplanado por las máquinas. Regulo con cautela por si el calambre se repite pero no hay síntomas y corono sin novedad bajando primero a Ozcaba para proseguir en salvaje descenso por pista de piedra suelta hasta el barrio de Los Tojos. No puedo dedicar grandes miradas al velocímetro porque aquí los barrancos son impresionantes, pero en algún ojeo fugaz veo 52 km/h. El tiempo va corriendo y son ya las 16,20 h



No sé si el GA estará en Los Tojos, o en Juzmeana, ni sé si Ricardo ha pasado ya por Bárcena Mayor. Compruebo que no están en el barrio así que sigo bajando los 3 km de asfalto a la carretera a Bárcena. Sigue habiendo mucho público e incluso una gaitera ameniza nuestro paso con algún son asturiano o gallego (disculpadme pero no presté suficiente atención para diferenciarlo). Poco después abandono la carretera en giro a izquierda. Es el puesto de Juzmeana donde tampoco están. Me enfrento a la última ascensión, el Moral por la cara donde bajamos poco después de mediodía. Ahora hay que tener mucho cuidado porque nos cruzaremos con muchos participantes que bajan todavía para enfrentarse a todo lo que ya he descrito (subir Cruz de Fuentes, Palombera… ) No lo entiendo. Les va a dar la noche a todos ellos. Eso es moral, y no la subida que estoy realizando. Sé que es la última dificultad del día, que casi lo he conseguido, pero aunque “sólo” hay 32 grados de temperatura el cuerpo me pide un poco de descanso. Las posaderas hace varias horas que me arden como si me hubiera sentado en las brasas de la barbacoa. No encuentro postura y alterno el pedaleo de pie con distintas posturas para variar el punto de apoyo. En fin. Para que os voy a aburrir…



Todo termina y el Moral no puede ser menos. Aunque los dos km finales se hacen interminables porque tras cada curva aparece una nueva cuesta y una y otra vez hasta que como hipnotizado llegas arriba. Tampoco hay que confiarse porque antes del descenso final hay un enorme tobogán de cuyo fondo resta casi otro kilómetro hasta que puedes dejar de pedalear definitivamente. Precisamente en el valle antes de la última subida veo al hombre del cencerro pero sin él. Le pregunto dónde lo ha dejado y me responde pesaroso que se le ha roto!! (me sonrío por dentro mientras pienso que debiéramos organizar una colecta para comprarle otro).



Son ya las 17,45 y necesito llegar antes de las 18,30. Quedan más de 25 km pero son hacia abajo. Confío en poder mantener una media elevada. Un vertiginoso descenso por la peligrosa pista que sigue bordeando los barrancos de la Cantabria Infinita me deposita en Casa del Monte donde la carretera ya nos conduce a Cabezón. Meto la cabeza entre los brazos, y llego a rodar a 44 por hora. Paso a varios corredores a los que pido relevo pero dicen que no pueden más. La última parte con el viento en contra alcanzo a un grupito de tres y me resigno a meterme tras ellos porque llevo 10 kilómetros a tope y necesito respirar. Son las 18,15 y tengo a mi favor los 9 minutos que he tardado en cruzar el arco esta mañana. Por fin entro en Cabezón y cruzo la línea donde me espera –por fin- el grupo de apoyo y Ricardo que finalmente ha tenido que apearse en Bárcena Mayor en medio de calambres y náuseas. El tío del mazo ha vuelto a cobrarse una nueva víctima pero me apena que haya sido él. No ha llegado a su límite en horas ni kilometraje. Creo que los nervios y el calor han sido su pesadilla. Pero mejor lo cuenta él, no creéis?

Tiempo oficial desde el inicio: 10h 23 m 23 s. Incluye los 9 minutos para tomar la salida bajo el arco. Por tanto mis cálculos arrojan una mejora de 18 minutos respecto al 2009. He parado mucho donde me ha apetecido. Si no he parado más ha sido porque no he coincidido con mi querido GA...



Agradecimientos



Al grupo de apoyo: Tere, Ana, Celeste, Arantza, Pini, Carlos



- Por las carreras que han tenido que darse de un sitio a otro

- Por el madrugón del sábado

- Por el del domingo para ir a visitar las Cuevas del Soplao

- Por las fotos y los videos que nos han sacado y que podéis ver en este artículo

- Por habernos acompañado en esta aventura

- Por prepararnos la cena y recoger la casa

- Porque son geniales

A Ricardo porque me ha motivado para entrenarle y entrenarme también

Al público y la organización de la prueba. Sin ellos los Diez Mil del Soplao serían diferentes.

Para más información sobre el recorrido, clasificaciones, fotos, etc podéis visitar la página oficial de la prueba http://www.diezmildelsoplao.com/



11 comentarios:

Anónimo dijo...

He de decir que si que he leido de principio a fin la crónica que uno de los "soplaos" ha hecho y solo me puedo hacer una corrección, la canción que ponen antes de la salida, que por cierto, esta vez han puesto 2 veces es Highway to Hell. La verdad que ha sido un fin de semana de puta madre, una experiencia que me gustaría volver a repetir, con repetir quiero decir que corran otros y yo vaya como grupo de apoyo, jajajaja. Un saludo muy fuerte a esos dos pedazo de campeones como son Ricardo y Javi que tuvieron un par de COJONES con nada más que apuntarse a esa tortura.

Kal-lo

Javi Calvo dijo...

Gracias Carlos. Mi inglés de camiseta a veces me juega malas pasadas. Nada como tener amigos documentados, jeje...
Me alegro que lo hayáis pasado suficientemente bien como para querer repetir. Acuérdate, que un año pasa volando!!

Javi

Dani dijo...

¡Enhorabuena Javi! Lograr esa ventaja respecto a 2009 con lo que caía... 36 grados es una barbaridad, no sé como podíais aguantar. Es duro correr con barro, frio, lluvia, pero creo que lo peor es el calor, es lo que merma las fuerzas con más rapidez.

Lo dicho, enhorabuena a ti por conseguirlo, también a Ricardo por estar peleando durante tantos kilómetros y ¡a preparar la siguiente!

Un abrazo.

Unknown dijo...

Enhorabuena.

Esta proeza sólo es digna de hombres o chalados o de ambos juntos. En la vida me gusta sufrir poco pero ciertas experiencias por duras que sean son envidiables.

Un abrazo maquinon. (a tu primo también).

Anónimo dijo...

Hola Javi, el relato me ha parecido genial y la carrera ....
Bueno, ya me la contaras en persona.
Recuerdos a la family
J. Carlos D.E

Unknown dijo...

Hola Javi, no se si decir que estais locos, o que bien que tengais esa ilusion y fuerza de voluntad.
La crónica preciosa, y me ha trasladado por unos momentos a esos paisajes. ¡qué bonitos!
Os deseo muchos años más disfrutando/sufriendo EL SOPLAO.
BESOS PARA TODOS ESOS LOCOS.

Amparo.

Derio dijo...

Comentario final:

No puedo evitarlo. Sé que te corrigieron por citar el título de ACDC "Highway to Hell" como "Highway to Hill". Qué quieres que te diga, yo aceptaría ambas. Lógicamente, la famosa, la que sonó, es la primera, "Autopista al Infierno", pero quizá la segunda se adapte más a lo que es el Soplao. "Hill", en inglés, quiere decir eso, colina, collado, montaña...¿es o no acertado, entonces, la versión de Javi?

Saludos.

Pini.

Javi Calvo dijo...

He suprimido 3 comentarios de Pini. Me han parecido tan jugosos y extensos que los he transformado en un artículo "La experiencia desde el punto de vista del GA..."

Os va a encantar su estilo!

Gracias a todos por dejar vuestros comentarios

Javi

Derio dijo...

Claro, claro, tiene que pasar el filtro de la censura.

Si es queee...

Ana dijo...

Por fin he tenido un ratito para leer y ya he terminado tu extensa exposición de los 10.000 del soplao. Es genial y real como la vida misma.......

Un saludo.

Derio dijo...

Javi, me parece bien que hayas reestructurado mis tres comentarios para usarlos a modo de artículo en tu blog.

Pero tengo que decirte que echo en falta el comentario que hacía referencia a Ricar.

A ver si esa censura le hace un hueco.

Saludos a todos.